Es extraño como funciona la vida. Momentos, lugares, personas, palabras, que podes recordar durante años, como si se te grabaran en la mente. Abrazos, olores, paseos, sonidos, que por más que perdieras la memoria, seguirían estando con vos. Es extraño como una persona puede pasar de significar nada, a serlo todo. Como puede un sentimiento romper tantas barreras. Como puede una palabra cambiarnos la vida.
Durante años lidié con problemas de inseguridad, de autoestima, de amor propio. Siempre fingía, actuaba y no dejaba que los demás vieran lo que soy. Sentía miedo, vergüenza, dolor. Años y años intentando ser alguien que no era, intentando parecerme a todos los demás; años callando y sintiéndome incómoda en mi propio cuerpo.
Viví y sufrí demasiadas cosas, pero es al día de hoy que agradezco haber pasado por todo eso. Porque ahora no siento vergüenza, puedo mostrarme como soy. Puedo decir lo que siento, puedo dar un abrazo sin miedo, puedo enorgullecerme de lo que amo. Hoy puedo abrirme y crear vínculos que no sean falsos, que no sean simplemente imagen, que no sea algo efímero. Puedo relacionarme y aceptar el amor que me dan. Saber que lo valgo y que lo merezco. Puedo disfrutar de una reunión con amigos sin sentirme incómoda, sin apartarme en un rincón y quedarme callada; puedo reír y comentar, y hasta ser el centro de atención si quiero. Y todo eso lo aprendí gracias a lo que viví. Tuve que caer, para poder llegar más alto.
Es extraño como funciona la vida. Uno llora y sufre por cosas insignificantes, y no se da cuenta que lo realmente importa va más allá. Lo que uno lleva consigo a través de los años. Lo que uno recuerda, la esencia de las personas, lo que cada relación nos hace sentir. Las palabras que nos marcan, los abrazos que nos salvan. Todas esas pequeñas cosas que guardamos en la memoria, pero que estamos seguros, están más allá.